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8 Comentarios
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Ese ha sido mi mayor descubrimiento con Ipsion , poder mirar como un observador cualquier situación de malestar ,y desde esa distancia, saber que uno no ES eso que está pensando ni sintiendo en ese momento , somos mucho más .Ha sido encontrar realmente un espacio de libertad interior donde se hace más fácil sonreír .Gracias Dr. Huertas
Muchas gracias María. ¡Haber descubierto eso es haber descubierto muchísimo! Poder colocarnos de testigo de nuestro pensamiento y de nuestras emociones es algo que una vez que lo sientes e identificad, nunca se olvida. Disfruta de ese espacio de libertad que todos tenemos. Y sonríe mucho 🙂
Gracias Javier, sois un buen equipo!??
Gracias a ti, María. Cuando miramos hacia afuera, y más en el ejercicio de una profesión, somos generalmente capaces de obedecer a las leyes de la profesión, y a pesar de nuestras propias creencias, obrar con responsabilidad. El arquitecto, el médico, el abogado, el economista o el psicólogo hacen su bien su oficio cuando, espontáneamente, miran el problema como observadores no implicados, y pierden eficacia cuando se implican demasiado. Eso mismo podemos hacer con nosotros mismos y desdoblar así lo observado del observador. Observamos que estamos alterados, contentos, tristes, preocupados, y nuestro lugar de residencia interior, entonces, se expande hacia un espacio que antes era tan solo virtual: es el espacio de nuestra conciencia de testigo. Podemos mirarnos, podemos mirar al otro y al mundo, desde una conciencia más profunda, común, realista y amorosa a un tiempo. Nos libera saber que tenemos existencia más allá de las apariencias, del universo de los conflictos psicológicos, de las pasiones y de los pensamientos. Y esa existencia no es otra entelequia ficticia, sino un hilo más profundo que nos une a nosotros mismos y a los demás. Es un modo mental distinto, que recuerda una oración, una meditación, un acto simple, una visión humilde, llana y plena. Creo que el concepto de realidad profunda tiene que ver con esto. Y el de verdad, también. Esa verdad nos libera.
Hay días que es muy complicado, al menos para mi, subir a la posición de observador.
Mi mente se rebela y se empeña en no dejarme alcanzar esa situación, ahora me encuentro en uno de esos momentos que la ansiedad, el estrés me ancla en esa voragine de pensamientos y me arrastra con ellos. Supongo que la práctica me lo hará mas fácil. Un saludo.
Cada instante es un reto, si pretendes vivir en paz. En cada instante la mente pensante se cuela por entre las rendijas de la amplia conciencia y se apodera de ella, como una simple nube cubre el sol. ¿Y qué podemos hacer entonces? Hay que saber que es un simple juego, un juego de velos y sombras que nos invita a descubrir el erotismo de estar vivo. Eros, dios del amor. Ponte la tarea de vivir con la mente en calma y cultiva aquello que te mantiene al mando de tu barco. Cultiva la compañía de otros que buscan lo mismo que tú, habla de tu periplo, detente, como haces ahora, para reflexionar, lee las obras de los maestros, estimula tu sensibilidad con el arte, cultiva la soledad que no es soledad y el silencio que no es silencio.
Hay que aprende a dominar el juego de tal modo que podamos salir airosos y medianamente satisfechos de la tarea emprendida. Saludos.
Manuela F. C.
Hola Manuela,
Creo que ahí expones algo muy relevante. Se trata, en efecto, de poder vivir una vida normal, lo mejor posible. Me parece que los mitos filosóficos, místicos, orientalistas o de muchas religiones, que hablan de unos seres perfectos, libres, liberados y sabios son solo eso: mitos. Todo lo que he alcanzado a ver, y no he dejado de encontrar, son seres humanos. Algunos en mejores momentos de su vida, y otros en peores momentos. Pero no he visto nunca, entre los vivos, esos seres perfectos, que ahora me parecen imaginarios.
Ser normal, llano, sensible, sentir, y dejar fluir. Combatir cuanto antes el asalto de la mente, de los sentimientos que enajenan y de las pasiones. Volver al nivel del mar, en cuanto nos dejan los fantasmas interiores, para pisar la arena, que no es firme, como nada en este mundo conocido.