Durante la terapia, se pone de manifiesto que Blanca ha construido su personalidad entorno al soporte emocional de los demás, en especial de sus padres divorciados. Es excesivamente responsable en todo lo que emprende y en su trabajo en particular.
Con la ayuda de psicoterapia y de psicofármacos, su estado ha mejorado notablemente. Comprende que, tras un incremento de sus responsabilidades en su trabajo, quedó desbordada y enfermó.
Ahora, después de 6 meses de baja laboral, empieza a considerar la posibilidad de reincorporarse a su trabajo.
Blanca: (Muy pensativa y titubeante, parece que quiere elegir bien sus palabras.) Quería comentarte que el inicio de semana ha sido un poco difícil para mí. El lunes sentí cómo en mi mente se oscurecía todo, sin saber muy bien por qué. Empezó a dolerme la garganta, me sentía muy débil. A la vez, empecé a sentir miedo de reincorporarme a mi puesto de trabajo. Vi claramente que estaba entrando en el estado mental del que llevaba un tiempo liberada, y me asusté por ello. Me dio miedo tener miedo.
Concerté una cita con el otorrino por el dolor de garganta. De repente me vi retrocediendo a lo de antes. Me sentí indefensa. No podía creerme que estuviera otra vez sintiendo esa oscuridad. Al día siguiente me seguía sintiendo igual. Así que me dije: “venga, vas a aplicar lo que has aprendido, porque si no vas a continuar más días así.” Me relajé haciendo Pilates y empecé a esforzarme para hacerme sorda a todo este tipo de pensamientos que me estaban surgiendo de: “estás enferma”, “si vuelves al trabajo no vas a poder hacerlo”, “vas a empeorar” … Salí a la calle a comprarme un libro, para desviar este tipo de pensamientos. Y la cosa es que conseguí deshacerme de ellos, aunque me costó más de lo que me venía costando. Y ahora vuelvo a encontrarme bien.
¿Tú crees que esto ha sido un paso atrás?
D.: ¿Cómo va a ser eso un paso atrás? Esta experiencia te está permitiendo comprender todavía más cómo funcionamos por dentro. Has sido capaz de despertarte tú a ti misma.
Has tenido la experiencia de que tu mente creaba una proyección, una realidad mental en donde entrabas y que te hacía ver las cosas de forma distinta, con el estado ánimo cambiado , con preocupaciones, ansiedad y miedo.
B.: Sí, es que me influye hasta el punto de experimentar dolor físico.
D.: Has entrado en tu mente y luego has salido de ella y te has sentido liberada; y te has dado cuenta de todo ello. La pregunta importante es: ¿quién hace eso? Cuando dices: Yo vi que la mente se me oscurecía, ¿quién es ese “yo” que ve la mente? ¿Qué es más yo? ¿La Blanca metida dentro de su mente o la Blanca que se da cuenta de ello? ¿Qué es más real?
B.: No estoy segura.
D.: ¿No sabes qué es más real?
B.: Quien yo quiero que sea más real es la Blanca que se da cuenta de las cosas.
D.: No se trata de quién quieres que sea más real, sino de averiguarlo. Aquí vemos que hay, por lo menos, dos entidades dentro de ti. Hay una que se da cuenta y otra que se sumerge en un estado mental en el que sufres. Una es la que ve y la otra es la que es vista. Pero cuando dejas de ver a la que es vista, esta se apodera de ti y se te oscurece el mundo.
B.: Cierto es. Una anula a la otra. Si estoy dentro del estado oscurecido no puedo ver que estoy dentro de ese estado.
D.: Correcto. Cuando sales del estado desagradable, entonces recuperas a la que ve. ¿Cómo es posible que te des cuenta de que has entrado y salido de un estado? ¿Quién ve eso? Parece que podemos, a veces, ver al personaje que nos tortura y vive en nuestra mente. En tu caso, tu personaje procura estar disponible siempre para todo el mundo, soportarlo todo, dar apoyo sentimental a los tuyos, y no puede fallar nunca. Pero te has puesto enferma… Cuanto más te identificas con esta Blanca, más se incrementa el sufrimiento.
Durante este tiempo has dejado de hacer cosas que tú considerabas intrínsecas tuyas, como llamar todos los días a todos los miembros de tu familia e implicarte en sus problemas. Podríamos decir que, en cierta forma, has dejado de identificarte con ese personaje de Blanca, que proviene de este lugar donde tú notas la oscuridad. Ese “yo” es una especie de personaje que vamos alambicando, retorciendo, para satisfacer unas lejanas necesidades, y que, en realidad, nos va sepultando progresivamente. Todo eso es un juego de la mente. De la misma mente que tú has visto que te atrapaba. La mente hace una serie de operaciones y entre ellas, construye esta individualidad nuestra.
B.: Entonces cuanto más me identifico con ese “personaje”, más sufro.
D.: Sí. Tú lo estás experimentando. Estás experimentando cómo el desidentificarte con tu personaje te está llevando a sentirte mejor, a liberarte. Y al revés, cuanto más te identificas con él, más sufres.
B.: ¿Qué es entonces mi obsesión con la enfermedad? ¿Eso es como soy yo verdaderamente o es propio del personaje que vive en mi mente?
D.: ¿Qué crees?
B.: Es que no lo sé, Daniel.
D.: Piensa. ¿Qué has experimentado tú?
B.: Yo he experimentado que he entrado en algo y que he salido.
D.: ¿Quién está hablando?
B.: Yo.
D.: Has entrado y salido tú de dónde.
B.: De ese estado de oscuridad, de paranoia, de enfermedad.
D.: Entonces, ¿tú quién eres?
B.: (Reflexiona largamente.) La que ve eso.
D.: Claro. Es la propia mente la que nos conduce a confundirnos, a identificarnos con lo que nos propone. Nos engaña haciéndonos creer que su voz es nuestra propia voz.
Hay una palabra en indio para hablar de esto: jiva. Eso significa un individuo que está identificado con el contenido de su mente. Y jivan mukta es el individuo liberado del contenido de su mente. Fíjate si es antiguo esto de lo que estamos hablando.
B.: Es muy interesante, porque realmente tu trabajo conmigo está consistiendo en intentar llevarme de jiva a jivan mukta.
D.: Claro. Y todas las distintas escuelas de pensamiento que llevan a la liberación del sufrimiento, en la tradición védica, siempre están hablando de la liberación de la mente, de distintas formas.
B.: Y en nosotros está el luchar contra la mente.
D.: No es luchar lo que tenemos que hacer, porque entraríamos a luchar contra la mente con los mismos elementos de los que ella misma está compuesta, como los argumentos y los pensamientos. Es más bien lo que tú has hecho.
B.: ¿Desviar la atención?
D.: Más bien no darle credibilidad. Es muy diferente no dar credibilidad que luchar. Es llegar a entender que nosotros no somos eso.
B.: Sí, es verdad.
D.: Pues eso, Blanca, no es más que la liberación. Cuando, realmente, lo que te ofrece la mente no te altera. Cuando tú sigues en ti misma y no te metes en los terrenos de la mente. Esta semana has comprendido algo que es fundamental. Estás conociéndote a ti misma, cómo funcionas, cómo opera la mente. Tú antes entrabas al trapo de los contenidos mentales de forma acrítica, como si fueran una verdad ineludible. Ahora eres capaz de decir: en mi mente ha aparecido un contenido, pero yo no voy a entrar en ese contenido porque yo no soy la mente.
B.: Esto es como meterle una patada en el culo a la mente.
D.: Sí. Algo parecido a romper vuestra relación. (Se ríen ambos.)
B.: (Ofreciéndole una amplia sonrisa.) Te entiendo.
D.: La próxima vez que te venga la mente a seducir le puedes decir: “Mira es que ya no siento lo mismo. Nuestro amor se acabó.
B.: (Se ríe). Lo haré.
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